Una de las excursiones más sencillas y recomendables que un viajero puede hacer desde Dubrovnik es la de Lokrum, una pequeña isla cubierta de bosques que se levanta a apenas 600 metros de distancia del puerto viejo de la ciudad. Solo diez minutos en barco para cambiar completamente de paisaje y sumergirse en un mundo de leyendas.
Conocida también por el nombre italiano de Lacroma (los venecianos estuvieron presentes en la isla durante siglos), su nombre deriva de la palabra latina Acrumen, que significa fruta amarga y deriva del cultivo de plantas exóticas por parte de los monjes benedictinos en la Edad Media. Un nombre que no hace justicia a las sensaciones que uno siente durante la visita a la isla.
Con una superficie de apenas 2 kilómetros cuadrados, Lokrum es una isla pequeña en tamaño pero grande en historia y tesoros naturales. En temporada alta un pequeño ferry atraca cada media hora en el muelle de Portoc procedente del puerto medieval de Dubrovnik. Lo primero que sorprende al viajero al bajar del barco es la ausencia de edificios y de hoteles. Ni siquiera hay un núcleo de población propiamente dicho. La isla es un santuario natural protegido que ofrece un paseo repleto de puntos de interés.
En cualquier viaje a Dubrovnik hay que reservar al menos un día para conocer esta pequeña maravilla.
Si quieres conocer y disfrutar de la isla Lokrum, te recomendamos reservar alguna de nuestras guías.
Historia y leyendas de Lokrum
Lokrum fue una isla deshabitada hasta que en el año 1023 se fundó una abadía benedictina. Los monjes encontraron en este pequeño rincón del Adriático verde y solitario la paz y la tranquilidad que buscaban para sus oraciones y sus trabajos de jardinería. Con ellos se inició la larga tradición botánica de Lokrum, que actualmente es uno de los grandes atractivos de este destino. Es una suerte que no funcionara la maldición lanzada por los monjes después de la ocupación francesa para que nadie pudiera dar con ella nunca jamás.
Una vieja leyenda cuenta que, al regresar de las Cruzadas, el rey de Inglaterra Ricardo Corazón de León fue a parar a las costas de Lokrum después de que su barco naufragara. Allí fue acogido y asistido, por lo que se comprometió a levantar una iglesia allí, algo que nunca hizo.
El monasterio benedictino se ubica junto a otro elegante edificio: la gran mansión que se levanta en medio de la isla, construida por el Archiduque Maximilano de Habsburgo en 1859, que después se convertiría en emperador de México.
Otra leyenda popular dice que la emperatriz Sissi de Austria olvidó adrede en la isla un collar de diamantes tras su visita para tener un buen pretexto para regresar a aquel lugar tan bello. ¿Quién se lo puede reprochar?
Lokrum fue bombardeada en varias ocasiones por los serbios durante la Guerra de Yugoslavia entre los años 1991 y 1995, aunque afortunadamente estos bombardeos apenas causaron daños importantes en su patrimonio histórico y natural.
Qué ver en Lokrum
Los senderos de Lokrum nos conducen a los principales puntos de interés de la isla, a los que se puede llegar fácilmente a pie. Las distancias son cortas pero hay importantes desniveles por lo cual hay que estar preparado para caminar y subir alguna que otra cuesta.
Desde el puerto la visita más cercana es la del Monasterio Benedictino, al que se llega atravesando los Jardines de Maximiliano. Fue levantado como hemos dicho por los monjes horticultores en el siglo XII. De estilo románico, conserva tres ábsides semicirculares y varios de sus arcos colgantes originales, aunque el resto de la estructura es fruto de remodelaciones posteriores en estilo gótico-renacentista del siglo XVI.
En el extremo meridional de la isla se esconde en mitad de una frondosa arboleda un rincón muy especial: Mrvto More, literalmente «el Mar Muerto», un lago salado de diez metros de profundidad en el que durante el verano los turistas se refrescan después de la caminata. Sin duda es el paraje natural más curioso y destacado de Lokrum.
El punto más elevado de la isla es el Monte Glavica, a 96 metros sobre el nivel del mar, donde se levantan las ruinas del Fort Royal, construido durante la breve época de dominio napoleónico, rebautizado posteriormente como la Torre de Maximiliano por los austriacos. Este fuerte en forma de estrella es hoy el mejor mirador de Lokrum desde el cual se obtienen impresionantes vistas de Dubrovnik y las otras islas cercanas.
A los pies del fuerte se levanta la Cruz del Triton, un monumento de piedra levantado en recuerdo de los marineros ahogados en el naufragio del buque imperial Triton en estas aguas en el año 1859.
Nuestro paseo por la continúa en el Jardín Botánico, el verdadero tesoro de la isla. Fue fundado en el año 1959 recogiendo la antigua tradición de horticultura de los monjes. Las condiciones climáticas especiales de Lokrum han permitido que crezcan aquí especies vegetales de los cinco continentes. Así, la flora mediterránea clásica a base de pinos, laureles, limoneros, cipreses y olivos convive con plantas tan exóticas como magnolias, palmeras y cactus. Hasta 500 especies diferentes. Los pasillos del Jardín Botánico brindan al visitante una fascinante experiencia entre plantas y árboles de todas las formas, aromas y colores. En este precioso jardín habita una colonia de pavos reales traídos de las Islas Canarias por el Archiduque.
Un último lugar de interés para los turistas en Lokrum es la playa nudista que se sitúa en Skrinja, al sur del puerto. Una playa de piedras (como casi todas en Croacia) realmente bonita y muy tranquila.
Cómo llegar a Lokrum
Todos los días salen pequeñas embarcaciones y taxis acuáticos desde el puerto viejo de Dubrovnik (no desde el Puerto de Gruz que se encuentra al norte de la ciudad) rumbo a Lokrum.
Los barcos inician su actividad a las 9 de la mañana y en temporada alta, de abril a octubre, realizan viajes de forma ininterrumpida hasta las 19 horas, siempre que el estado del mar sea adecuado para la navegación. El trayecto apenas dura unos 15 minutos y cuesta alrededor de 40 Kunas, unos 6,50€; los niños pagan la mitad. Los billetes se pueden adquirir directamente en el barco y el precio incluye el acceso al parque natural del que forma parte la isla.
En el pequeño muelle de Portoc encontraremos también una tienda de recuerdos y una oficina de turismo donde podremos adquirir un mapa de la isla con todos los caminos y otras informaciones interesantes.
Para comer se puede optar por un picnic en plena naturaleza o sentarse a la mesa del único restaurante de la isla, el Rajski Vrt, ubicado en el complejo del monasterio. Al tratarse de un espacio natural protegido no es posible pasar allí la noche: hay que volver a Dubrovnik antes de que zarpe el último barco de regreso.