Además de la isla de Lokrum y del archipiélago de las Elaphiti, hay todavía una isla que no podemos dejar de visitar en nuestro viaje a Dubrovnik: Korcula, una joya histórica ideal para descubrir y disfrutar en una excursión de un día.
Esta aventura se puede hacer tanto en autobús, contratando la excursión desde la ciudad, o bien en coche. La distancia en todo caso es asequible: unos 50 kilómetros por la carretera de la costa, atravesando bellos parajes dálmatas y pasando por lugares tan bonitos como Trsteno. Además, a nuestra izquierda, con el mar de fondo, veremos innumerables bateas donde se cultivan deliciosas ostras y mejillones.
Ston: murallas y ostras
La primera parada a realizar es la localidad de Ston, justo en el istmo de la estrecha y larga península del mismo nombre.
Esta pequeña localidad costera es famosa por su larga murallade más de 7 kilómetros de longitud y que ha sido bautizada como la «Muralla china de Europa». Esta muralla trepa por las verdes colinas que protegen el puerto, pequeño y encantador, y pueden recorrerse a pie en su totalidad.
Una de las cosas que hay que hacer en Ston antes de seguir rumbo a Korcula es elegir alguno de los restaurantes del puerto y sentarse a saborear unas ostras frescas regadas por algún vino de la región. Una experiencia gastronómica imprescindible.
En el extremo más occidental de la península se encuentra la localidad de Orebic, desde donde zarpa el ferry que nos llevará hasta Korcula.
Korcula, la isla de Marco Polo
Apenas diez minutos de viaje en barco para poner el pie en Korcula, cuyo nombre significa «isla negra». Fue bautizada así por su densa y exuberante vegetación. Aún hoy, a pesar de la urbanización, la isla está cubierta casi por completo de bosques. Korcula es también el nombre de la principal población de la isla.
Aparte de esto, el nombre de Korcula está escrito con letras mayúsculas en el libro de la historia por ser la ciudad natal de Marco Polo, el viajero y comerciante veneciano.
¿Qué ver en esta ciudad? En primer lugar, la Catedral de San Marcos, mucho menos espectacular que su hermana menor de Venecia pero muy interesante, además de los palacios renacentistas que adornan el casco antiguo. Un paseo lleno de historia y elegancia.
Como es lógico, hay que visitar sin excusa la Casa de Marco Polo (la entrada cuesta 20 HRK) y acabar el día probando el magnífico vino de la isla en algunas de las tabernas del puerto. El broche de oro para una excursión perfecta.